EL CARISMA DE LA OBRA MATER ORPHANORUM
MIHI FECISTIS
La explicación clara es otorgada por el Padre Fundador, en las primeras páginas del libro de las Constituciones de la Congregación:
“El Estema lleva arriba, con las palabras “Mater Orphanorum”, el monograma de María, divina Madre de los huérfanos, coronada Reyna, abajo la imagen de Jesucristo que lleva la cruz y la inscripción: MIHI FECISTIS, “Todo lo que hiciereis con uno de estos mis hermanos más pequeños a mí me lo hicisteis”. (Mt. 25, 40).
LA ESPIRITUALIDAD DE LA OBRA MATER ORPHANORUM
El fin de la vida espiritual consiste en la unión más perfecta posible con Dios, en la tierra.
La Oblata tenderá de realizar esta unión en su vida dedicándose a la salvación de los huérfanos y de la juventud abandonada y a las obras caritativas, buscando de cumplir por ellas la voluntad de Dios. Para la Oblata la voluntad de Dios está “claramente señalada por las Constituciones”. Por tanto, se empeñará en observarlas con gran fidelidad.
ENLACE ESPIRITUAL-CARISMÁTICO CON SAN JERÓNIMO EMILIANI
La vida ejemplar de la caridad apasionada de San Jerónimo Emiliani, motivó el corazón sensibilísimo del Padre Giovanni Antonio Rocco. El espíritu y el carisma se liberan en un gran amor Paterno y materno que Dios tiene y da a los huérfanos, a las viudas, a los pequeños, a los abandonados, a los marginados y a los pobres; Haciéndolo todo por todos, manifestando así el amor de padre y madre del mismo Dios y de María Santísima, la dulce Madre de los huérfanos.
Del Santo Padre San Jerónimo Emiliani, el Padre Fundador heredó el gran amor a la Virgen Santísima y a nuestro dulcísimo Salvador, para difundir a todo el mundo en nombre de este Dios que está cerca de nosotros, en la miseria humana y en la vida de cada hombre que abre su corazón a Él, ya sea rico o pobre, sea bueno o malo; porque para Dios todo ser humano, vale la muerte de su Divino Hijo: "Dulcísimo Jesús no seas mi juez, si no mi Salvador".
MIHI FECISTIS
"Todo lo que hiciereis a uno de estos mis hermanos más pequeños a mí me lo hicisteis.”
(Mt. 25, 40)